En el 2015, en un momento de despedidas y cambios, cuando parte de nuestra familia emigró y la casa se sintió más vacía que nunca, decidimos llenar ese espacio con un pequeño ser que apenas cabía en la palma de mi mano. Así llegó Zeus, un gatito de un mes de vida que, sin saberlo, se convertiría en nuestro refugio, nuestra alegría y nuestro compañero incondicional.

Desde el primer día, su presencia fue un bálsamo. Entre juegos, travesuras y largas siestas, Zeus conquistó nuestros corazones. Crecimos juntos, creando un vínculo inquebrantable. Pero la vida siguió su curso, y en el 2020 emprendí un viaje a Estados Unidos con la intención de llevarlo conmigo. Sin embargo, el destino tenía otros planes. Una restricción inesperada impidió que pudiera viajar con él, y durante un año y medio vivió junto a mi hijo, quien lo amó y cuidó con la misma devoción.

Hasta que un día, Zeus partió. Su ausencia dejó un vacío imposible de describir. Me consumía el remordimiento por no haber estado allí para él en sus últimos momentos, por no poder sostenerlo, por no devolverle todo el amor que él me había dado sin condiciones. En medio del dolor, me pregunté: ¿Quién ayuda a quienes pierden a su compañero de cuatro patas? ¿Quién sostiene a quienes enfrentan este dolor desgarrador?

Fue entonces cuando entendí que su partida no sería en vano. En su honor, prometí ayudar a otros peluditos, no solo rescatándolos, sino también acompañando a quienes, como yo, han sentido el peso de una despedida. Lo que comenzó como una promesa de culpa se transformó en un propósito lleno de amor.

Así nació ZUNFLOWER, un homenaje al amor incondicional. Con el tiempo, personas maravillosas se han sumado a esta causa, formando una familia que día a día está ahí para quienes nos necesitan. Porque sabemos que cada vida importa, que cada latido cuenta y que, incluso en la despedida, el amor sigue floreciendo.